Foto: Emanuele Vezzaro

En febrero de 2016 cayó la gota que colmó el vaso: la Autoridad de la Competencia Vasca imponía una multa de 18 millones de euros al ‘cartel’ de empresas de caterig que se habían hecho, con maniobras sospechosas de concertación de precios, con los contratos de los comedores escolares de Euskadi.

Este escándalo fue la puntilla a un modelo de gestión de comedores que llevaba años siendo criticado por decenas de organizaciones sociales, y es que desde 2000, y sin participación de la comunidad escolar, se impuso un único modelo de comida escolar: la de catering externo, eliminando prácticamente todas las cocinas de las escuelas y provocando todo un terremoto silencioso en el sector educativo: despido de decenas de personas y proveedores locales, agricultores, ganaderos o pequeños transformadores agroalimentarios, que se quedaron de la noche a la mañana sin clientela.

El escándalo ‘Jantoki’ (comedor en euskera) sirvió para cristalizar en un movimiento común las decenas de organizaciones que criticaron ese cambio de modelo de comedor escolar que unían en un frente común a organizaciones de madres y padres, sindicatos, organizaciones ambientalistas o preocupadas por la soberanía alimentaria, sector agroecológico, etc. Una diversidad que enriquece sin duda la propuesta, pero que también dificulta el encuentro de un lenguaje común.

Ese movimiento toma el nombre de Gure Platera Gure Aukera (‘nuestro plato, nuestra decisión’) y ha sido promovido por VSF-Justicia Alimentaria Global y HEIGE, la confederación de madres y padres de los centros educativos públicos de Euskadi.

Gure Platera Gure Aukera lleva varios meses inmersa en un proceso de profunda reflexión, para intentar lograr obtener una visión común sobre el nuevo comedor escolar desde las distintas organizaciones y personas que conforman esta plataforma. Definir colectivamente cómo es un comedor escolar más cercano, agroecológico, más sano, justo y educativo… es difícil y más en un proceso en el que hay tantas voces y tan diversas. Y este es justamente el papel que juega la fundación entretantos, que estamos facilitando estos talleres para poder dar lugar a una misión y visión comunes, así como una hoja de ruta para lograr, más pronto que tarde, unos comedores escolares en Euskadi más cercanos, más justos, más sostenibles. Y que, además, puedan actuar de espoleta para dinamizar el sector agroecológico local.