Se sentó delante de mí con su corbata bien anudada, su chaqueta impoluta y esa mirada…

Conozco muy bien esa mirada, y aunque me obligué a no colgarle la etiqueta barata y facilona de urbanita-sabelotodo-condescendiente, era una sensación que me venía todo el tiempo a la cabeza.

Tienes un Don

Me dijo que pertenecía a la Consultora B & W (Believe and Wait Consulting, creo recordar), esa multinacional cuya sede en el país estaba en Lacapital, y que solamente quería entrevistarse conmigo para conocer de cerca como había sido ese proceso de participación donde la gente de la comarca Vivesipuedes, tan inaccesible y diferente (gente y comarca), estaban empezando a decir en alto que llevaban muchos años defendiendo su territorio y que querían mantenerlo y reavivarlo a su manera, creando su propia ruta de trabajo. No es que estas gentes tuvieran mucho que enseñarle, pero por proximidad geográfica a su nuevo proyecto, creía que debía hacerlo, entrevistarse conmigo, me dio a entender con su extensa presentación.

Intenté empezar a contar algo varias veces, pero se respondía sus propias preguntas antes incluso de que yo pudiera articular apenas palabra, pues como me repitió muchas veces, “conocía-per-fec-ta-men-tel-territorio” ya que a él le habían encargado plantear una estrategia de desarrollo para la comarca del otro lado del valle y llevaba meses leyendo documentos en su oficina de Lacapital.

“Sí” le dije en varias ocasiones, “compartimos muchas cosas en común. Lo que nos separa es una frontera administrativa, pero en realidad el origen natural y cultural de nuestros ámbitos de trabajo es similar. El mismo río lo dice. Seguramente muchas necesidades y respuestas sean parecidas y hasta se puedan afrontar de forma conjunta”.

Cada vez que yo hacía esta insinuación, él se reclinaba en la silla, y entornando los ojos sobre una sonrisa torcida me decía algo como “no-no-no-no-no-no…lo mío no tiene nada que ver con lo tuyo…aquí pueden funcionar las cosas, allí…imposible!!  Esas cosas que estáis intentando en Vivesipuedes son inviables en Vivesisabes. Todo es mucho más complicado…” y comenzaba a enumerar una letanía de problemas que justificaban la imposibilidad que la población participase en la gestión de su propio territorio. A mí me parecía que ese marco oscuro que él dibujaba, ni era tan negro ni para nada diferente al punto de partida que encontró la gente de Vivesipuedes cuando se planteó encabezar el desarrollo de su comarca. Los problemas de ambas zonas eran los mismos: las extremas condiciones naturales, el envejecimiento de la población, la lejanía de las administraciones y los servicios, el abandono de las actividades tradicionales, el individualismo y la falta de un mínimo tejido social. Y no parecía que ninguna de estas cosas pudieran o ser resueltas a golpe de tecla desde Lacapital, ni que pudiera plantearse un modelo de futuro un tanto externo, ajeno, desconocido y seguramente, rechazado por la gente de la zona.

Este juego de sentenciar, preguntar y contestar al mismo tiempo monopolizado unilateralmente por mi visitante duró aproximadamente dos horas y media. Mucho más tiempo del que una mesa de trabajo de vecinos necesitaba para pensar, discutir, proponer y buscar alternativas para su zona. Fueron dos horas y media de silencio perplejo por mi parte y no creo que mi interlocutor sacara nada en claro, pero sin duda fueron dos horas de aprendizaje para mí, incluso contribuyó a demostrarme una verdad universal: “Si no quieres, no puedes”.

Mientras tanto su corbata, perfectamente conjuntada con su traje, subía y bajaba, tan disonante con la situación que por un momento creí estar ante un espectáculo de televisión. Un “fuera de la reality” show.

Brígida