Hace 4 años, Laura Arroyo nos contaba un cuento sobre sueños y deseos municipalistas en un pequeño pueblo extremeño.

Hoy, tras un recorrido fructífero y lleno de experiencias y aprendizajes, y ya como parte de la Fundación Entretantos, participando con Comunaria en el trabajo por un municipalismo transformador en el medio rural, comparte su análisis, visión y algunas claves sobre la realidad y potencial de las iniciativas colectivas de base para otra forma de gobernanza en el medio rural.

En el último mes y medio he podido participar en diferentes espacios de trabajo, apoyo mutuo e investigaciones sobre el potencial del municipalismo transformador que tanto impulso tuvo en 2015, aunque ya había muchas trabajando en esta dirección desde hace más tiempo. Una alegría comprobar cuántas personas hay tejiendo. Espero que, tras el verano, se retomen los proyectos con más energía e ilusión, más generosidad en el autoanálisis, y la confluencia como estrategia, con la vista hacia adelante.

El más cercano de todos estos espacios a la realidad del municipalismo en el medio rural fue el II Encuentro de Círculos Rurales de Podemos que tuvo lugar en Cameros y, aun así, allí una de las cosas de las que se tomó conciencia es de que los “altos cargos” viven bastante alejados de las necesidades de este entorno. No así su personal técnico y cargos regionales que trabajan duro en hacer propuestas, muy bien estudiadas y fundamentadas, para abordar las dificultades mediante legislación estatal, escala imprescindible por otro lado. No obstante, en todos los encuentros he aprendido mucho y me he encontrado con muchas personas con conocimientos y energías puestas en conseguir recuperar autonomía y capacidad de autogestión, desde lo local, de los bienes comunes de manera horizontal, confiando en que es la mejor fórmula para conseguir la tan “utópica” sosteniblidad. Lo cierto es que hay que seguir construyendo desde abajo, contando con quien quiera apoyar desde arriba, pero aterrizando desde las realidades que habitamos. Y la Rural, tiene su peculiaridad, también para esto del municipalismo transformador.

Cuando me han invitado a participar y tejer, era porque formo parte de una candidatura municipalista que inició su andadura en 2011 en un pueblo de 400 habitantes de la Comarca de la Vera, falda Sur de Gredos, Talaveruela. Un paraíso que escogí para vivir hace 15 años, cuando sentía que había que salir de la ciudad deshumanizadora para retomar el contacto con la tierra, ganar autosuficiencia y encontrar comunidad. No lo escogí yo sola. Mucha gente huye de Madrid hacia aquí buscando refugio. Una amiga sabia, que vive muy cerquita y viene de lejos también, pero del mundo rural castellano leonés, me decía que es normal de alguna manera que las personas que llevan aquí toda su vida, desconfíen de entrada cuando llegas, porque sus hijas e hijos han tenido que irse, y no entienden que tú elijas esto. Dudan de que vayas a quedarte. Y no les falta razón. Muchas no se quedan. Venirse al rural, no es tan sencillo. Entre otras cosas, porque nos criamos en otra cultura del ocio (difícil de compatibilizar con el cuidado de animales y huertas), porque nos educaron la vocación profesional y vivir aquí muchas veces requiere renunciar a ella, o porque los servicios de movilidad y salud aún son bastante precarios.

Así, un grupo reducido de personas neorrurales, agobiadas por la falta de democracia y posibilidad de participar en nuestra institución más cercana, iniciamos en 2011 unos talleres de escenarios de futuro con la vecindad para definir juntas cómo nos gustaría que fuera nuestro pueblo en 2020. Ya falta menos para llegar, y considero que hemos avanzado mucho. Desde la institución, a la que llegamos a través de un bonito proceso de re-conocimiento, y con el apoyo fundamental de los movimientos sociales locales y mucha ciudadanía que se activó considerablemente, hemos conseguido no solo una mejora de la misma, sino también un mejor clima social de integración, además de avanzar, junto con todos los grupos políticos municipales, en los puntos comunes de los tres programas electorales.


Trataré de exponer aquí, desde la peculiaridad del medio rural, algunas de las cuestiones que, después de 7 años en la institución local, creo necesario abordar de manera colectiva en Extremadura, superando el marco local y caminando hacia el biorregional, estableciendo conexiones directas de cooperación y solidaridad con las ciudades que lo conforman.

Tomé nota de muchas de las observaciones que hizo en Cameros, Aurelio García, expresidente de REDEX y REDER, con una larga trayectoria y mucho conocimiento acumulado. Comparto una foto de lo que contó en el Congreso de Despoblamiento que organizó la Diputación de Cáceres en otoño de 2016, solo para que nos hagamos una idea de la diferencia de inversión estatal en unos u otros territorios.

Señalaba también Aurelio, la diferente proporción de dinero que ingresaba un Ayuntamiento en sus arcas por cada empadronada/o si era una Ayuntamiento de poca población, como la mayoría del mundo rural, respecto a una Ciudad. Nuestros pueblos reciben alrededor de 13€/habitante, mientras nuestras ciudades reciben más de 200€/habitante, una escandalosa diferencia. Algo que, sin duda, requiere acciones a nivel estatal como sacar del cajón e implementar la Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural, Ley 45/2007 de 13 de Diciembre.

 

Así, en los municipios rurales en los que se ha dado la ocasión de acceder a la gestión de los Ayuntamientos para el cambio nos encontramos con la necesidad imperiosa en primer lugar, de hacer frente común a estas injusticias de escalas administrativas superiores:

  • Lograr gestionar, a escalas comarcales, mucho más cercanas en el territorio y conocedoras por tanto de las necesidades y mediante órganos formados por representantes elegidas/os por la ciudadanía, los fondos municipales que actualmente gestionan las Diputaciones, con representantes que no han sido elegidas/os por la ciudadanía.
  • Conseguir ejercer la presión necesaria para que la coordinación entre departamentos de otras administraciones sea más ágil y se reduzca la carga burocrática interna. Los Ayuntamientos pequeños no tienen demasiado personal en sus oficinas, y la carga de documentación es amplia para la multiplicidad de funciones que cubren en muchos casos.
  • Conseguir la dotación adecuada de personal de Secretaría-Intervención, en los Ayuntamientos rurales. Los servicios que prestan las Diputaciones, se quedan escasos para las necesidades de autogobierno. Están saturadas/os porque atienden a varios municipios y mancomunidades. Los tiempos que pueden dedicar son pocos. Que tengan permanencia en uno o dos Ayuntamientos como mucho, es fundamental para que puedan implicarse en conseguir los objetivos que se planteen los diferentes gobiernos municipales.
  • Presionar para que se haga una revisión de la Ley de Bases de Régimen Local, de tal manera que se pueda aumentar la horizontalidad en las responsabilidades de gobierno, y se limiten los sueldos a percibir por el desarrollo de funciones políticas. Por abajo, es decir, que sea obligatorio asumir tus funciones como una jornada laboral, porque   es imprescindible que haya personal liberado para desarrollar las tareas políticas de un ayuntamiento, si no, solo pueden dedicar tiempo quienes viven de otras rentas no laborales, o bien que las personas que asumen esas funciones terminen sufriendo problemas de salud personal por falta de tiempo para sus propias tareas reproductivas. El feminismo debe impregnar nuestras políticas desde su raíz, y en esto estamos fallando, quemando una vez más las naves y repitiendo esquemas de liderazgos hipersaturados y con cargos y cargas inasumibles. Eso no le apetece a nadie, no nos engañemos, por lo que los relevos son difíciles. Y también es normal encontrarse con quien lleva años en el cargo, tan cansada/o y saturada/o, que la capacidad de escucha se reduce, porque se sienten incomprendidas/os y, por tanto, empieza a serles más sencillo y liberador tomar las decisiones unilateralmente. Hay que repartir más las tareas políticas de los ayuntamientos, las cargas y responsabilidades, y que estén adecuadamente remuneradas, del mismo modo que las del resto de personal del consistorio. También se deberían limitar los sueldos por arriba, para que no sea tan tentador quedarse, para que la ambición personal nunca pueda ser el motor para ejercer esa responsabilidad delegada.
  • Estudiar juntas el tema competencial y apoyarnos para exigir a las administraciones centrales o regionales que nos financien aquellas acciones que estamos ejerciendo los municipios ante sus abandonos.

Hasta que nos sentemos juntas a conseguir esto y tejer redes, “con estos bueyes tenemos que arar” como dice la sabiduría popular, y con lo que llevamos arado, me atrevería a sugerir algunas pistas para seguir construyendo municipalismo transformador en el medio rural:

  • Necesitamos conocer mejor lo que tenemos (marco jurídico de derecho, organización de un Ayuntamiento, gestión presupuestaria, ritmos y plazos administrativos), de tal forma que ajustemos nuestras expectativas, estrategias y plazos.
  • La llegada a las instituciones, y las cargas de tiempo “oficial” que se exige a los cargos, deberíamos acompañarla de un proceso de relevo en las tareas asamblearias y de la plataforma, y acompañar las que se puedan desarrollar dentro de la institución sin tener cargo. Además de revisar el sistema de traspaso de conocimientos y relevos, para garantizar que todas podemos ejercer responsabilidades comunes y nadie es imprescindible.
  • Tenemos que cambiar el concepto de “oposición”. Nadie debería tener que situarse así, en localidades donde todas nos conocemos. Hacer un esfuerzo por tener espacios para el consenso y trabajo conjunto. Que todas las concejalías tuvieran alguna responsabilidad. Establecer espacios de respeto y conversación, no de guerra.
  • Aseguranos de que el personal propio del ayuntamiento tiene buen clima y buenas condiciones de trabajo. Hay que saber escuchar, coordinar y facilitar el trabajo en equipo. Revisar políticas de contratación temporal sujetas a financiación externa.

  • Procurar tejer alianzas con otros ayuntamientos con los que se comparten recursos biorregionales, y movimientos sociales locales y comarcales, nos facilitaría mucho el trabajo hacia la consecución de objetivos comunes: bien vivir todas.
  • Debemos asegurar, mediante transparencia en la gestión y accesibilidad a la información, que no se gobierna contra nadie, utilizando todas las vías posibles para llegar a la ciudadanía.
  • Se nos va haciendo urgente procurar que los criterios para tomar decisiones y las normas que nos demos sean fruto de consensos. Hay que preguntarse, en el medio rural ¿quién desarrolla el poder ejecutivo? La mayoría de los pueblos ni si quiera tienen policía local, dependen de la Guardia Civil, que cada vez cuenta con menos efectivos y no alcanza a cubrir las necesidades de vigilancia y control. Así, solo si las normas son consensuadas tendremos posibilidades de que se cumplan más fácilmente, sin necesidad de control.
  • Que nos informemos y formemos, todas, antes de decidir, debería ser un principio básico. Siempre es mejor tomar la decisión un poco más tarde, pero juntas y con la información y reflexión previa necesaria. Por ejemplo, si vamos a presentar una moción contra el uso del glifosato en espacios públicos, será mejor organizar antes una mesa redonda o video-forum donde poder escuchar argumentos en todos los sentidos.

Desde Comunaria, red de la que forma parte la Fundación Entretantos, con la que colaboro en diferentes proyectos, estamos colaborando en un mapeo municipalista de carácter estatal coordinando la investigación en Extremadura. Queremos que este mapeo vaya más allá en nuestra región y para ello estamos organizando junto con otros colectivos un Encuentro este otoño, en Carcaboso, cuna del municipalismo transformador de Extremadura, donde poder encontrarnos todas las extremeñas y extremeños que trabajamos desde lógicas de pensamiento global y actuación local, tanto plataformas que asaltan las instituciones, como movimientos que trabajan para alcanzar más soberanía local, y aprovechar para re-conocernos y tratar de tejer estrategias ecofeministas biorregionales desde el apoyo mutuo. Pronto tendréis más información en las Redes, que bien podemos aprovechar ahora para “enrearnos”