Casi nadie podemos recordar unos tiempos tan extraños como los que estamos viviendo este 2020, tanto en lo personal como en lo colectivo. Ni en lo más recóndito de nuestra imaginación podíamos imaginar, cuando comimos las doce uvas esta última Nochevieja, que el año nos depararía una sorpresa de este calibre.

Aún andamos digiriendo todo lo que hemos vivido y estamos viviendo, tratando de adaptarnos a esta nueva realidad, entender su alcance y procurar vislumbrar a dónde puede llevarnos.

Y quizá hemos perdido, también, la capacidad de imaginar el futuro, de lo perplejos que nos encontramos navegando en este océano de confusión y asombro.

Antes de que todo esto comenzase, teníamos previsto celebrar la Escuelaboratorio de este año en Allariz, ese maravilloso rincón de Ourense. Iba a ser un encuentro hermoso, como todos los anteriores, de eso no nos cabe duda. Y, curiosamente, habíamos elegido en esta ocasión un tema que luego nos encajó mucho más de lo que inicialmente pensábamos: ‘Repensar juntas lo que hacemos’. La crisis sanitaria nos obligó a cancelar la cita, a cancelar los abrazos, como tantas otras citas y abrazos que han tenido que ser cancelados este año. Pero la idea pudo permanecer. Y, sin querer, la cita cobró mucho más sentido aún del que antes ya tenía. Repensar lo que hacemos. Y hacerlo juntos. Porque solos no llegamos, no nos sentimos suficientes. Mirarnos de nuevo y mirar lo que hacemos, lo que deberíamos tratar de hacer ahora, a la luz de todo lo que esta crisis está haciendo aflorar, desde el terreno más íntimo al comunitario, de lo local a lo global.

Cuando supimos que ya no íbamos a poder juntarnos en Allariz nos pusimos manos a la obra. Había que celebrar una Escuelaboratorio que consiguiese, aunque fuera solo en parte, convocar afectos y reflexiones, reunir miradas, atar cabos, reforzar vínculos y permitir crear otros nuevos. Y, al mismo tiempo, generar un espacio abierto de reflexión y debate, un encuentro significativo, un ágora donde poder hablar, con confianza y fraternidad, de todo lo que estábamos viviendo y de cómo esto iba a influir en nuestro trabajo y nuestras vidas.

Aunque ya somos muchas en entretantos, esta vez tampoco queríamos hacerlo solos. Necesitábamos cómplices, gente sabia y experimentada que nos ayudase a diseñar este encuentro que debía ser necesariamente especial. Así que llamamos a nuestros colegas de Altekio y de Inteligencia Colectiva, para pedirles que se subiesen al carro con nosotras y nos ayudasen a dar forma a este encuentro virtual. Como no podía ser de otra forma tratándose de ellxs, la elección se reveló como un acierto desde el minuto uno, cuando por primera vez nos cruzamos en las pantallas y empezamos a pensar juntos, a darle vueltas a lo que podíamos hacer.

Lo primero que apareció, cuando comenzamos a hablar, fueron dos hilos que han atravesado la Escuelaboratorio de 2020 de principio a fin. Los dos grandes hilos que, en realidad, están atravesando y tejiendo todo este año, a muchos niveles, de una punta a otra del planeta. El primero está hilvanado con nuestras emociones cambiantes, intensas y compartidas: ¿Cómo estamos viviendo lo que estamos viviendo? ¿Qué nos está pasando? ¿Cómo nos sentimos?

El segundo está conformado por preguntas, una avalancha de preguntas que nos hacemos todo el rato, hasta el punto de que el hacernos continuas preguntas se ha convertido en cierto modo en nuestra nueva forma de vivir. Y es que éste no parece ser un tiempo de certezas sino un tiempo de dudas, de preguntarnos y repreguntarnos hasta la saciedad… Las respuestas son otra cosa, quizá van apareciendo en el camino, discretas, inseguras, con mucha timidez, y ya irán viniendo poco a poco, con más fuerza, si conseguimos hacernos las preguntas apropiadas.

Así, decidimos construir el programa de esta Escuelaboratorio en torno a estos dos grandes ejes y tratar de tejer un tapiz colectivo con los hilos de nuestras emociones y nuestras preguntas. Para lanzarnos de alguna forma al telar, quisimos contar con el apoyo de un buen puñado de tejedoras y tejedores avezados que, intuíamos, podrían ayudarnos a entrelazar, zurcir, bordar, coser, dar pespuntes… y también a hacer sonar la música que nos acompañara en el proceso. Y combinar esto con un trabajo colectivo de reflexión e intercambio, diverso en cuanto a las herramientas utilizadas y rico en aportaciones, enfoques, miradas y planteamientos.

Podéis leer todo lo que ocurrió a partir de aquí pinchando en este enlace.