Cuando un grupo de personas decide comenzar un proceso colectivo, a menudo la ilusión por un proyecto común se ve entremezclada con las tensiones que genera el hecho de intentar equilibrar la individualidad y la colectividad. Uno de los puntos de tensión más comunes es el entramado de jerarquías que la colectividad tiende a desarrollar, ya sea por el propio carácter personal de sus integrantes, ya por el sistema de poderes inserto en nuestras organizaciones sociales. En aras de mantener la horizontalidad como modelo de trabajo democrático, es necesario diseñar espacios para la participación en igualdad, que tengan en cuenta dichas jerarquías y favorezcan una participación equivalente en que haya lugar para todas las voces.

¿Cómo lograrlo? Para facilitarlo, el Servicio de Atención y Participación Ciudadana del Gobierno de Navarra está publicando una serie de materiales como herramientas para contribuir al trabajo de las instituciones y entidades sociales de Navarra y, así, mostrar la participación como un instrumento fundamental de planificación y gestión.

Con el objetivo de colaborar en esta mejora de la planificación y gestión de las entidades, nuestrxs compañerxs Javier García y Raquel Bustos, han elaborado junto con Diego Chueca de Inteligencia Colectiva– autor del capítulo 4 sobre las herramientas de participación digital-, la “Guía práctica para facilitar la participación ciudadana. Una selección de herramientas presenciales y digitales para el trabajo colectivo”, que recoge de manera introductoria reflexiones en torno a la participación como concepto, herramienta y compromiso político, además de varias recomendaciones y técnicas útiles tanto para la participación presencial como la digital.

Esta guía acompaña a otras tres publicadas también por el Gobierno de Navarra: “Claves para una participación ciudadana de calidad en las entidades locales”, “Guía práctica para la elaboración de presupuestos participativos locales” y “Guía para la elaboración de planes municipales de participación ciudadana”, que aportan claves para el desarrollo de procesos de participación local de calidad a nivel institucional y ciudadano y para la elaboración de presupuestos participativos.

La particularidad de la cuarta guía -que nos ocupa- está en centrarse en la participación como instrumento necesario para la gestión de lo público, esto es, como herramienta para aumentar la calidad democrática de las instituciones en una época en que éstas están más necesitadas que nunca de volver a acercarse a la sociedad, tras la profunda crisis de confianza en las mismas. Complementa así a otras guías y manuales prácticos como los publicados por el Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medio Ambiente Sostenible (CIMAS), el Ministerio de Educación a través de La Aventura de Aprender o en el contexto mismo de Entretantos.

Pero, además de esa necesaria relegitimación, la participación es una herramienta importante para la cohesión y la convivencia social, ya que contribuye a mantener una actitud de escucha y respeto a las otras personas, así como a la definición y materialización de fines comunes, que nos permitan caminar juntas en este presente incierto . Se trata, por otro lado y tal y como señalan lxs autorxs en la guía, de una tendencia creciente y de una exigencia normativa.

La guía plantea consejos que van desde el diseño del proceso hasta las diversas metodologías aplicables en sucesivas reuniones según sus objetivos, pasando por la decisiva primera reunión, que debe ser cuidada con mimo para generar la confianza y el compromiso necesarios para el resto del proceso o las técnicas orales para el desarrollo de habilidades comunicativas. Algunas de las técnicas que se presentan son ya conocidas, como las lluvias de ideas, las cartografías o los análisis DAFO pero otras lo son menos, como la Espina de Ishikawa o la Phillips 66; y en el ámbito digital se mencionan algunas como Loomio, Trello, Reddito change.org, y otras como Osoigo, Agreedo y Assembl, especialmente relevantes cuando generamos comunidades de trabajo y decisión muy grandes o dispersas.

Que sea una tendencia debe hacernos suspicaces ante el uso de la participación como mera estrategia propagandística: un proceso de participación debe estar íntimamente ligado a la transparencia, la información rigurosa y plural, la deliberación y la accesibilidad a todxs, claves de la democracia. Por eso, implica honestidad política en cuanto a los fines y medios, transversalidad, inclusión, cuidados, dotación económica y personal, buena comunicación y adaptabilidad.

No cualquier proceso colectivo es participativo, por ello está clara la utilidad de una guía como ésta que ofrece, desde la experiencia, diversas herramientas que puedan dar forma, en cada caso concreto, a un proceso único e irrepetible en que la colectividad tome un rumbo propio y adopte un nuevo sistema de gobernanza.

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