El pasado mes de Agosto, desde Entretantos, tuvimos la ocasión de apoyar a la Comunidad de Regantes Ocho Caños, de Aldeanueva de la Vera, en el desarrollo de su II Semana del Agua en la Vera. Ocho Caños es una comunidad que lleva varios años trabajando no sólo por su propia actualización y mejora, sino también, por el reconocimiento del importante papel que comunidades como la suya tienen en la conservación del territorio y de sus recursos asociados. Para ello han llevado a cabo distintas acciones impulsando incluso la generación de redes entre comunidades similares en el entorno, con especial ahínco desde que tuviera lugar el desolador incendio de su sierra en 2020.

En esta ocasión, además de poder disfrutar de exposiciones, rutas guiadas por las fuentes del pueblo y visitas guiadas a sistemas de gestión del agua en prados de diente y siega, se desarrollaron varias conferencias en las que pudimos reflexionar sobre diferentes factores asociados al estado del agua en zonas de montaña como la Vera. Escuchamos el interesantísimo análisis sobre la despoblación y sus causas, efectos y posibles reparaciones, de la mano del director del Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales. Conocimos los estudios e investigaciones de alto valor sobre los sistemas de “Siembra y cosecha de agua en zonas de montaña” que los pueblos originarios utilizaban generando equilibrios simbióticos entre el aprovechamiento y la conservación del recurso, desarrollados por la Red SyCa compuesta por 12 equipos de investigación de universidades de Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, España, México y Perú. Y también profundizamos sobre las causas y posibles acciones ante los mega-incendios que asolan nuestro rural, gracias a los trabajos del Proyecto Mosaico en Extremadura.

Especialmente interesante para nosotras fue la oferta de dinamizar y moderar una mesa redonda sobre “Mujeres y ruralidad”, tanto por el vínculo que tenemos con el territorio y sus vecinas y vecinos, como por el trabajo que venimos desarrollando en relación a los sistemas comunales de gestión del territorio desde una perspectiva de género. Señalaremos aquí, que lo primero que nos encontramos, viene a confirmar lo que ya venimos experimentando en muchos de los espacios de reflexión y debate en torno al tema donde solemos participar… el patriarcado y el educacionismo se nos sale “sin querer queriendo” y, donde a la academia y al conocimiento científico -representado exclusivamente por hombres, por cierto- se le da un espacio largo de oratoria por persona, a un grupo de 6 mujeres y “sus cosas” se nos otorga el mismo tiempo, y prácticamente ni se nos nombra en el programa. Curioso, ¿no? Nos pasa a todxs, es el sistema. Es un trabajo por hacernos, esto de la mirada consciente. Señalaremos que, conscientes de la falta de “maldad” y de tiempo y espacio para las correcciones, solicitamos un cambio en el programa en el que, al menos, aparecieran nuestros nombres de pila y los de nuestros colectivos. Procurábamos así destacar un modo de hacer aprendido en el gineceo, donde “lo importante no soy yo, sino la comunidad de la que formo parte”, algo que quizá debería extenderse más allá si de verdad queremos recuperar lo común y salirnos de las lógicas individualistas y de egos que están destrozando el mundo. Además, si hubiéramos tenido que poner en el programa, con la misma importancia que el resto de participantes, toda la ristra de apellidos, estudios y conocimientos que también llevamos en nuestras mochilas particulares cada una… ¿imaginan? Hubiera parecido un testamento en lugar de un programa… Nos preguntamos además, ¿le hubiera dado eso más valor a nuestras intervenciones y nuestros conocimientos? Y, sin restar valor a las aportaciones científicas y la academia, que consideramos fundamentales, ¿es que el conocimiento situado y experiencial de quien vive en el rural y maneja el territorio, tiene menos valor?…

Nosotras sentimos que en esa mesa no sólo hubo mucho que contar desde la experiencia y desde la investigación, – esperamos que así lo sintiera también el nutrido grupo de vecinas y vecinos que se quedaron a escuchar- sino también un ambiente de sororidad esperanzador. Y, por resarcir aquí un poco lo acontecido, resumiremos los puntos clave que se abordaron y nombraremos a las compañeras que formaron parte de la mesa en detalle. En primer lugar, pudimos conocer de la mano de Isabel Ibáñez, secretaria de la C. Regantes Vega de La Madrigala de Navamorisca y de Laura Hernández, investigadora del Centro de Estudios Hidrográficos y comunera de la C. Regantes del Concejo y del Rollar, ambas pertenecientes a la cuenca del Alto Tormes, cómo se encuentra la situación en sus territorios en relación a la posibilidad de “repoblar” con personas que quieran vivir del campo -y así conservarlo-, para lo que el agua es un recurso imprescindible. Llevan más de 16 años de luchas burocráticas con la CHD para poder recuperar el uso y gestión comunal de su sistema. Han llegado a desarrollar proyectos de la mano de la Universidad para incentivar la llegada de nuevas familias que pudieran habitar en la zona viviendo del cultivo de las judías del Barco, y muchas han tenido que abandonar después de haber iniciado el proceso porque, a causa del caudal ecológico que estiman no se regula por parámetros adecuados y específicos para cada territorio, les han retirado las concesiones de aprovechamiento en mitad del proceso de cultivo. Además, ambas, están tratando de promover la creación de una asociación de comunidades de la cuenca para tratar de tener una mirada más global y solidaria sobre el recurso, y más fuerza para sus demandas ante las administraciones competentes.

Como no podía ser de otra forma, contamos también con la participación de mujeres de la comarca de la Vera. Cristina Díaz, comunera de la C. Regantes Ocho Caños, regante de una finca de montaña en producción agroecológica y antropóloga social especializada en proyectos de desarrollo comunitario, compartió con nosotras el interesante proceso abierto de indagación junto con el resto de comuneras sobre el papel de las mujeres en su comunidad. No deja de ser curioso que pese a ser ellas el 40% de las personas con derechos, no haya habido prácticamente ninguna mujer en los espacios de gobernanza y de mediación -legalmente establecidos-. Tan curioso como que cuando la hubo, fuera una de las responsables de la actualización del registro para evitar la pérdida. También de estos encuentros destacan cosas como que la información de lo que se está haciendo no llega, o que los tiempos para participar y aportar prácticamente no existen y se tiende a una gobernanza delegativa. Desde su propia experiencia como regante, nos trasladó la dificultad que encuentran muchas veces las personas que recién llegan a las zonas rurales y quieren desarrollar proyectos agropecuarios para poder acceder a la información de cómo hacer uso de los recursos comunitarios y participar de los derechos, deberes y espacios de toma de decisiones.

Otras de las mujeres participantes en la mesa, con cargos representativos en espacios institucionales de la comarca, fueron Lourdes López, presidenta del Consejo de las Mujeres de la Vera, socia de la Asociación de Mujeres de Aldeanueva y de la Federación de Asociaciones de Mujeres de la Vera, y concejala de cultura en el Ayto. de Aldeanueva, y Clara Jiménez, del Consejo de Mujeres de la Vera, concejala del Ayto. de Guijo de Sta. Bárbara, psicóloga sanitaria especialista en violencia de género y socia de la Asociación de psicología y psicoterapia feminista. Ambas nos trasladaron una mirada más que interesante sobre la situación de las mujeres en la comarca de la Vera y su relación con el cuidado del territorio y de las comunidades que lo habitan. De las injusticias y cargas que todavía encuentran, y de las dificultades para acceder a espacios de decisión y ser tenidas en cuenta.  Del camino por recorrer aún hacia la Igualdad, y de cómo la norma de paridad en los espacios de gobernanza, o la titularidad compartida, son herramientas que ayudan, pero no son suficientes.

Por último, contamos con la participación de Ana Isabel Robledo, ganadera de caprino con su proyecto “Las Galanas”, luchadora incansable ante las trabas y retos que hoy atenazan a la ganadería extensiva y perteneciente al colectivo Ganaderas en Red. De su mano pudimos comprender todas las dificultades que enfrenta el sector y la urgente necesidad de recuperar y regular los usos comunales del monte, además de reflexionar sobre la capacidad que tenemos como consumidoras para apoyar a la ganadería extensiva, que protege suelos, fija carbono, reduce el riesgo de incendios y favorece la biodiversidad, reorientando nuestro consumo hacia menos carne, de mayor calidad y de producción local. Cambios necesarios para la dignificación del sector que hagan de los trabajos agroganaderos un espacio deseable para el relevo generacional imprescindible.

Juntas abrimos un interesante debate en torno a las necesidades de los territorios rurales para su conservación y del papel de las mujeres en los mismos, de cómo evitar la huida a la que en muchos casos se sienten abocadas las jóvenes, de cómo hacer para que realmente deseemos permanecer y habitar el territorio porque podamos vivir vidas dignas… Os dejamos a continuación algunas de las ideas/propuestas/reflexiones que salieron y nos llevamos todas para seguir trabajando:

  • En general, y por la socialización de género -no porque venga en nuestra naturaleza-, las mujeres tendemos a tener una mirada más global, más creativa, más cuidadora… esas aportaciones pueden ayudar a conservar y mejorar el comunal.
  • Por eso mismo, porque siempre se ocupó el otro de esas cosas, no tomamos los espacios de decisión… ¿inercias?
  • Falta información, y por tanto acceso en igualdad de condiciones, sobre el funcionamiento de los sistemas comunales. Es imprescindible abrir en ellos la participación a la comunidad completa, y con otras formas.
  • Para que las mujeres empiecen a ocupar más estos espacios, se hace necesario más formación, más encuentros, otros tiempos y recursos que permitan conciliar, llegar informadas, organizar las agendas.
  • Tenemos problemas de autoestima con la identidad rural, siempre nos parece que lo mejor está fuera.
  • Necesitamos visibilizar ejemplos que nos permitan sentir que podemos hacer las cosas (p.ej. mujeres que arreglan cosas, manejan maquinaria, lideran procesos…).
  • Se hacen necesarias en nuestros territorios personas que quieran vivir del campo, no sólo que quieran vivir en el campo. Para poder ayudar a que esto sea deseable, es necesario facilitar el acceso a los recursos con sistemas impulsados por las administraciones públicas como bancos de tierras, cortafuegos productivos, compra pública de alimentos locales, reducción de carga administrativa…
  • El sentido comunitario reside en las mujeres. Siempre son estas asociaciones las que están dispuestas a aportar para el municipio/comunidad cuando se les solicita.
  • En concreto con el agua, y con las comunidades de regantes, se valora como necesidad urgente el manejo de herramientas/habilidades que ayuden a limar asperezas y reducir tensiones, trabajar más el espíritu comunitario frente al individualismo imperante, estar atentas a los derechos de riego y que nadie abuse agotando el recurso, que se incorpore gente constructiva que facilite el relevo generacional…

Se señalan como fundamentales dos aspectos a cambiar. Por un lado, últimamente se ha hecho creer que el riego “a manta” (es decir, por inundación) que se practica en las Regaderas Tradicionales de Montaña, es un desperdicio de agua, y esto es cierto sólo a medias, ya que en determinadas zonas como las nuestras (las que están en pendiente sobre suelos que bajo la capa edáfica son impermeables) lo que se consigue con ésta práctica es una recarga de acuíferos, lo que se llama “siembra de agua”. Por otro lado, se están impulsando nuevas zonas de regadío amparadas en “el uso racional del agua” y la repoblación que no sólo son difícilmente viables a corto/medio plazo, sino que ya están planteando numerosos problemas ambientales, de viabilidad económica y de abastecimiento.

Equipo del Área de Comunales de Entretantxs