Defendiendo el territorio de los incendios forestales

El pasado 18 de noviembre de 2022 la Fundación Entretantos y el Instituto de Urbanística de la Universidad de Valladolid celebramos conjuntamente el seminario “Paisajes ignífugos” , que juntó en la capital del Pisuerga a un nutrido equipo multidisciplinar de investigadores y especialistas en incendios forestales.

El encuentro se enfocó en los aspectos territoriales de este fenómeno, que genera una creciente preocupación social, especialmente tras los acontecimientos del último año y los escenarios de cambio climático previstos en nuestro país. Eso sí, los paisajes no pueden ser ignífugos, porque toda vegetación es susceptible de arder en determinadas condiciones y el fuego va estrechamente unido a muchos territorios. El paisaje, no obstante, puede ser modelado para incrementar su resiliencia y reducir los incendios.

Las conclusiones de este seminario, que pueden descargarse en versión en castellano y en inglés , ofrecen un punto de partida para adoptar estrategias integradas, participativas y adaptativas, capaces de prevenir y reducir el riesgo generado por los incendios forestales, especialmente en el actual contexto de cambio climático.

Fotografía de Carlos Blanco

Aquí puedes seguir leyendo las conclusiones:

En primer lugar, el seminario puso de relieve numerosos acuerdos entre las personas que trabajan en investigación, prevención y manejo de incendios forestales, sobre qué líneas adoptar para conseguir territorios resilientes. Numerosas estrategias básicas son compartidas tanto por instituciones académicas y administrativas como por organizaciones sociales y ecologistas: se trata de un problema estructural que demanda soluciones estructurales a nivel de paisaje, con políticas integrales y coordinadas que hagan partícipe a la población, rompiendo la continuidad de la vegetación y rebajando las cargas de combustible. También en el impulso a aquellas actividades, como el pastoreo, capaces de orientar el paisaje hacia la formación de mosaicos y reducir la propagación del fuego. Por desgracia, este consenso se contrapone a una situación social y política estacionaria, en la que se mantienen elevados niveles de riesgo, una clara escasez de presupuestos y medidas preventivas y una falta de eficacia en el tratamiento de los problemas del medio rural.

Es importante, también, adoptar una perspectiva histórica: la situación actual procede de un largo desarrollo temporal en el que las comunidades ibéricas han utilizado el fuego y convivido con él desde tiempos inmemoriales. El fuego es un agente ecológico global, presente en muchos lugares del mundo, y responsable de muchas transformaciones del paisaje. En los últimos años, sus efectos negativos han sido más notables debido a un escenario de cambio global (polarización, abandono, cambio climático y cambio en los usos del suelo) que ha complicado la interfaz entre los entornos rurales y urbanos y el medio forestal e incrementado la cantidad de combustible acumulado. Este escenario ha abierto el camino a nuevos incendios catastróficos de grandes proporciones y riesgos asociados, y muy difíciles de extinguir. Los incendios son fenómenos complejos, que dependen de numerosas condiciones (climáticas, orográficas, de vegetación…) y procesos (ignición, combustible, comportamiento…). Es importante centrarse en aquellos sobre los que se puede intervenir para su prevención y no solamente en la gestión del incendio ya iniciado.

Nuestro país necesita formar una cultura del riesgo, donde la norma sea la autoprotección, adoptando medidas en diferentes niveles y por diferentes actores frente a los incendios y otros riesgos. La protección no es solamente una competencia administrativa, sino también una responsabilidad y una obligación, individual y colectiva. Resulta necesario conocer y actuar ante los riesgos asociados a cada situación y su posible evolución, a nivel de sociedad, de comunidades locales (tanto urbanas como rurales) y de individuos, participando de forma activa, asumiendo responsabilidades, reduciendo la exposición al riesgo y las vulnerabilidades, cuando sea factible, y facilitando la restauración de los ecosistemas.

Y junto a esta cultura, se precisa también una gestión integral del territorio que cambie el paradigma actual. Un territorio que se abandona o no se maneja adecuadamente incrementa abruptamente el riesgo y pone en peligro a las comunidades más vulnerables, amenazando su sostenibilidad y sus medios de vida. Hace falta, por tanto, una gestión continua y sostenible del espacio forestal, apoyada en políticas y medidas económicas, sociales, ambientales y políticas ambiciosas, dotadas de recursos y con perspectivas temporales a largo plazo. Un paso imprescindible para la adopción de estas medidas es la revalorización de los productos y servicios ecosistémicos que ofrece el territorio y su justa consideración tanto en el contexto legal e institucional como en los escenarios productivos y de mercado. Las producciones territorializadas que contribuyen a reducir el riesgo asociado a los incendios (prácticas pastorales, cultivos leñosos, cortafuegos productivos, sistemas silvopastorales y multifuncionales, pequeñas producciones agroecológicas, etc.) deben ser consecuentemente apreciadas, diferenciadas y potenciadas, ya que constituyen nuestra principal herramienta para crear paisajes resilientes. Ya existen ejemplos de la eficacia de este enfoque y diversos proyectos han conseguido notable resultados sobre el terreno.

Por otro lado, la actual situación de abandono de gran parte del medio rural del interior de España no se refiere únicamente a cuestiones demográficas y de usos del suelo. También la acción de las administraciones competentes ha sido insuficiente, descoordinada y heterogénea, contribuyendo a este escenario. Resulta imprescindible recuperar una presencia estable y continuada de la administración en el territorio, que proporcione asistencia técnica y política, así como unos derechos y servicios equitativos, a las poblaciones locales encargadas de cuidar unos paisajes de cuyos servicios se beneficia el conjunto de la sociedad.

Nuestro país tiene suficiente capacidad científica y técnica como para abordar el problema de los incendios forestales. También posee un enorme acervo de conocimiento ancestral en la gestión del medio. En la situación actual resulta imprescindible adoptar una estrategia de movilización del conocimiento basada en compartir datos, experiencias y saberes (tanto académicos como tradicionales), desarrollar capacidades, formar a las personas e incorporar este patrimonio a la gestión territorial. Las nuevas tecnologías pueden contribuir a potenciar e incrementar este conocimiento. Además, resulta imprescindible incorporar en este proceso a las ciencias sociales y humanas, porque hablamos de modelos y culturas construidos por y para las personas, que demandan la adopción de perspectivas realmente interdisciplinares. No se puede olvidar que el manejo y cuidado del territorio recae mayoritariamente sobre los hombros de las personas y comunidades que lo habitan, y que sin ellas no hay posibilidad de implantar una gestión sostenible. Su participación directa en la toma de decisiones territoriales es un paso imprescindible para avanzar hacia modelos resilientes de gobernanza en los diferentes niveles políticos. Se deben generar procesos institucionales participativos, transversales, dotados de recursos, facilitados y dinamizados por agentes especializados y con suficiente desarrollo temporal y, sobre todo, con capacidad real de decidir y actuar.

Finalmente, a modo de cierre, nuestra estrategia como sociedad apunta, en estas condiciones, a reducir el riesgo, aprender a convivir con el fuego, invertir en el monte y coadaptar nuestras poblaciones, actividades, paisajes y ecosistemas a un escenario donde el fuego está presente, pero en condiciones controladas y de bajo riesgo, incluso manejado a nuestra conveniencia, basadas en una prevención activa y bien dotada, en una gestión integral y en la responsabilidad compartida por todos los niveles de nuestra sociedad.

Descarga aquí las versiones imprimibles de las conclusiones en castellano e inglés

En Valladolid, a 18 de noviembre de 2022, las personas que organizaron, compartieron experiencias y sabiduría y participaron en el seminario “Paisajes Ignífugos”