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Este sábado estuvimos un grupito de Entretantos con un montón de amigos visitando la Herdade do Freixo do Meio, cerca de la localidad portuguesa de Montemor. Una experiencia digna de repetirse y de reproducirse. Puede parecer extraño (no lo es), que una entidad como Entretantos se dedique a visitar granjas y fincas ecológicas, pero tenemos buenos motivos. Primero porque nuestra delegación en Extremadura fue invitada por un grupo extremeño muy activo y diverso (ganaderos, técnicos, educadores, buena gente en general), a compartir esta experiencia y tenemos muy buenos amigos allí. Segundo porque en Entretantos nos preocupa, y mucho, que el territorio ya no sea capaz de mantener a casi nadie. Vemos, entre perplejos e indignados, como miles de hectáreas de paisajes hermosos y terrenos fértiles, sometidos al yugo de una economía despersonalizada e ignorante, son incapaces de proporcionar un medio de vida digno a sus escasos habitantes. Así las cosas, cualquier proceso autorganizado que recupere ese sentido del territorio como soporte de sus habitantes es un activo importante para nosotros. Y queremos comprender las ideas y las personas que están detrás de esos proyectos. Y eso es la Herdade do Freixo do Meio, una gran finca de permacultura, un montado (equivalente portugués de la dehesa), donde se combina la producción de una granja ecológica con un montón de actividades que van desde la investigación a la formación, la sensibilización y el disfrute ambiental Un espacio rico, capaz de mantener a mucha gente y soportada por una persona excepcional, Alfredo Cunhal. Alfredo fue nuestro guía y nuestro mentor durante la visita, y puso toda la carne en el asador para enseñarnos su hacienda y explicarnos todas nuestras dudas, con el mismo tesón y entrega con que se dedica a las innumerables tareas de la granja. Y la misma velocidad, porque el cerebro le funciona a este hombre como una locomotora y seguirle el ritmo pone a prueba toda nuestra capacidad de asimilación.

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La Herdade es una herencia que la familia de Alfredo fue capaz de mantener a través de la revolución de los claveles a base de exhibir una responsabilidad social que quedó grabada a fuego en el alma del proyecto. La tierra tiene que mantener a las personas, y proporcionar empleo y recursos para sus habitantes y los pueblos de su entorno. El propietario es aquí un gestor del territorio, que además prefiere invertir los beneficios económicos que obtiene en fertilidad y en capital natural en lugar de invertirlo en valores financieros. (A veces viene bien una revolución). Con este planteamiento, la finca es un cúmulo de ideas, proyectos y soluciones a casi todos los problemas con los que un ganadero o agricultor ecológico puede encontrarse. Y encontramos de todo: grandes ideas a pleno funcionamiento con un rendimiento económico notable y pequeñas ideas para resolver problemas que tenían detrás mucha cultura, mucha inteligencia y mucho amor. Y, además de pavo negro, oveja merina, vaca Barrosã, cerdo ibérico y una producción hortícola de gran calidad, la heredad también ha cosechado fracasos dolorosos, que arrancan una mueca en el entusiasmo de Alfredo antes de saltar a continuación a las decenas de ideas que surgieron de cada uno de estos errores cuyas consecuencias se ven por doquier: placas solares, plataformas de compostaje, cúpulas de madera… Casi nada es un camino de rosas y los fracasos forman parte de la cultura de esta dehesa, que los exhibe tan orgullosa de ellos como de sus aciertos. Este ingeniero agrónomo tiene completamente asimilado que la investigación es ensayo y error, y que los errores forman parte también de su objetivo y su sueño, al que se agarra con uñas y dientes: un espacio rico y multifuncional poblado por multitud de personas y proyectos.

Freixo_20130216_213No hay nada inútil en la heredad, cada problema acoge una o más soluciones imaginativas, los alpechines de aceituna se fermentan entre balas de paja para reutilizarlos como alimentación animal, los cerdos contribuyen con sus hocicos a la aireación del compost y se encargan de la roturación selectiva de los árboles de la dehesa para facilitar la resiembra (y así se ejercitan y son más felices), el aceite de cocina va a un gran depósito de frito-diésel, el agua forma parte de la arquitectura de la finca, Alfredo nos explica su aspiración a transformar en lámina de agua una décima parte de la finca, y frenar su movimiento y contribuir a su infiltración, porque dentro de la tierra el agua coge memoria y contribuye a la fertilidad. Y Alfredo y sus trabajadores van cerrando los ciclos y los parques de la dehesa, primero los de la materia, después los de la producción. Aquí se cultiva parte del cereal que se utiliza como pienso, y se germina para optimizar su comportamiento nutritivo, todos los materiales orgánicos se compostan y los residuos inútiles se reducen a una mínima expresión, como atestigua el almacén de materiales para reutilizar donde se puede encontrar casi de todo.

Pero no se puede entender el concepto de la heredad sin escuchar la filosofía de Alfredo, la gran profundidad ideológica que impregna su trabajo y que bebe de la antroposofía y de cientos de lecturas y reflexiones. Se puede o no estar de acuerdo con ella, pero no se pueden obviar sus logros, y la certeza de que es ese acto de fe el que mantiene de pie una estructura tan compleja. Ese impulso se nota también en otra de las singularidades de la explotación, su empeño por convertir en aliados a los microrganismos. Predicando la cooperación entre los diferentes organismos de ecosistema y el “Teaming with microbes”, Alfredo riega con profusión una mezcla de EM, “microrganismos eficientes”, por todos los procesos productivos de la granja, desde la preparación del pienso a las fosas sépticas tratando de instaurar una comunidad microbiana productiva. Si son “eficientes” o no es objeto de controversia científica, pero como tantas otras cosas y a falta de ideas mejores, parece que en Freixo funciona.

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Tampoco se puede comprender la entidad de la granja sin un atisbo a su realidad económica, sustentada en una producción de alta calidad que se vende en Lisboa a buen precio y que incluye los productos transformados de sus cosechas. Su propio matadero de aves para los pavos en producción ecológica, uno de los productos estrella de la granja, su microplanta de transformación y envasado e incluso la producción de polvo de hoja de vid para Weleda, la marca internacional de cosmética y medicina natural. Esta política de ventas soporta gran parte de la multifuncionalidad de la granja y permite el mantenimiento de los quince puestos de trabajo que soportan sus actuales 900 hectáreas.

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La cantidad de palos que se tocan en Freixo de Meio es abrumadora. El propio Alfredo se siente sobrepasado y trata de echar el freno. “Uno de los problemas es que quizá trato de dedicarme a muchas cosas a la vez y no alcanzo a todo”. Pues quizá Alfredo no alcance a todo, pero tampoco tiene ningún problema en acoger a cualquiera que vaya con buenas ideas y respete la esencia de lo que se hace allí. Bajo el ala de la heredad crecen nuevos proyectos e investigaciones independientes, siempre bajo las condiciones de Alfredo: producción ecológica, empleo y respeto a los pueblos del entorno. Entre estos proyectos autónomos destacan un huerto, una cocina industrial, plantas aromáticas, artesanía, etc. Una pareja está dando los últimos toques a una casa que hace unos meses estaba en ruinas, a cambio de su restauración se la han cedido durante 20 años junto con ocho hectáreas de terreno para poner en marcha un proyecto experimental de frutales. Todo lo que tienen que hacer es trabajar y mantener buenas relaciones con los pueblos de alrededor. Alfredo dice que eso beneficia a la finca y que es tan buena inversión como un alquiler en dinero contante y sonante.

Freixo_20130216_271Y eso no es todo, pero para el resto tendréis que visitar el sitio en persona. Una recomendación, hacedlo como nosotros, de excursión con un grupito de gente estupenda, en un autobús que da para horas de debate y conversación, comiendo juntos, probándolo todo y pasándoselo bien. Ni un minuto que no mereciera la pena.

_Fundación Entretantos